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Recital de poemas de José Agustin Goytisolo

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jueves, 20 de agosto de 2015

DIONISIO RIDRUEJO

 AnaAlejandre                                                       


Dionisio Ridruejo
Dionisio Ridruejo (Burgos de Osma,1912 - Madrid,1975), poeta e intelectual español, fundador de la revistaEscorial, es uno de los principales representantes de la generación del 36.

Nació en Burgo de Osma (Soria) y desde muy pronto tuvo una marcada actividad política en España. Desde el inició de la Falange Española pasó a formar parte de esta formación política -es autor de la letra del himnoCara al sol-y ocupó el cargo de Director General de Propaganda política durante la Guerra Civil española.

En esa época escribió muchos versos, algunos de forma anónima, de evidente exaltación política, que ofrecen un claro maniqueísmo, lo que es una de las principales característica de la poesía de guerra de los dos frentes.

En su primer libro Plural (1935), se advierte la gran influencia machadiana. Le siguieron unas obras tanto de circunstancias vitales como de exaltación política como son Primer libro de amor (1936) y Poesía en armas (1939).

Después de finalizar la guerra fundó la revista Escorial, junto a Pedro Laín Entralgo y Luis Rosales, entre otros. Dicha publicación no tenía una finalidad únicamente literaria, sino que tenía aspiraciones evidentes de servir como plataforma de expresión del ideario falangista, pero siempre desde los principios estéticos clásicos.

En 1941, se alistó como voluntario a la División Azul y, a su regreso a España publicóCuadernos de la campaña en Rusia (1944) y En la soledad del tiempo (1944), obras en las que sus poemas ya no tenían la misma nota de exaltación de antes, sino que ofrecían un tono marcadamente melancólico, en el que se manifestaba de forma clara la decepción y el vació sentidos después de tan dolorosa experiencia, los que presagiaban el cambio ideológico que estaba sufriendo. Ese pesimismo creciente aparece nítidamente reflejado en Elegías (1943-1945), publicado en 1948.

Abandonó la Falange y se opuso abiertamente al régimen franquista, lo que le llevó a sufrir persecución, un confinamiento en Ronda, encarcelamiento y el exilio en Francia, por cuyo motivo vivió en París hasta 1964.

Fue partícipe en las Conversaciones de Munich, en 1962, que consistía en un encuentro entre todos los opositores franquistas, tanto del interior como del exterior del país, a fin de acordar una línea de actuación común para restablecer la democracia en España.

Más tarde, impartió cursos en universidades norteamericanas, mientras seguía escribiendo una poesía de carácter intimista, sencilla y clara que tenía siempre como fondo el paso del tiempo, la amistad, la naturaleza y el amor; pero abandonando la tradición clásica y utilizando una mayor libertad poética. De esta nueva etapa se pueden destacar los títulos (Cuaderno catalán, 1965; Cuadernillo de Lisboa, 1974.

Fundó la Unión Social Demócrata Española, en 1974, asociación política que aspiraba a convertirse en un partido liberal; lo que truncó su muerte, en junio de 1975, además de la irrupción de las nuevas fuerzas políticas que habían comenzado a surgir en la postrimería del franquismo y en los primeros tiempos de la transición española, lo que provocó que esta formación desapareciera como otros muchos proyectos políticos del momento.

Además de poeta, Dionisio Ridruejo fue un testigo excepcional de la realidad española antes de la llegada de la democracia, que supo narrar con honradez la situación política y social de la época que le tocó vivir. Así lo demuestran sus ensayos Escrito en España(1962 y 1964), que fue prohibido en su momento, y el póstumo Casi unas memorias(1976). En el primero de ellos hace un análisis de su propia evolución política y termina haciéndolo después del fracaso del franquismo y sus causas, régimen del que se había ido distanciando de forma progresiva pero irrevocable, uniéndose a los representantes de la oposición democrática. Otras obras de ensayo y artículos en prosa figuran En algunas ocasiones (1960), Entre literatura y política (1973) y Sombras y bultos (1974). Otros ensayos son Cataluña (1968), Cuaderno de Roma, Guía de Castilla la Vieja (1968), Casi unas memorias (1976).

Como poeta, Ridruejo vivió varias etapas. En la primera, elaboró una poesía que aparece columpiarse entre el barroquismo y la expresión coloquial. Entre sus primeros poemarios se encuentra Primer libro de amor(1939) que muestra el mundo interior del poeta con total conocimiento de sí mismo y muestra el dominio de la técnica lírica para expresarlo.

La segunda etapa se caracteriza porque la amargura parece estar presente en sus versos, en los que los temas recurrentes son el amor y la guerra, pero con una expresión ambivalente que va desde la más pura delicadeza y sensibilidad hasta el extremo opuesto, en el que el tono del poeta se vuelve mucho más duro, con una crudeza que refleja a su vez la denuncia y condena de una realidad que le angustiaba. Ejemplos de esta segunda etapa son los dos cuadernos de Poesía en armas (1940 y 1944) y En la soledad del tiempo(1944), siendo esta última obra la que refleja una mayor desolación y amargura que contrasta con sus escritos de épocas más juveniles.

Todo este desencanto y amargura de la segunda etapa se acentúa en la tercera de su discurrir poético, en la que se encuentra las Elegías (1943-1945), obra en la que aparece reflejada su mayor madurez poética y la más clara expresión de la misma, con el resultado de un verso de estrofa regular y una mayor perfección retórica que ofrece un conjunto más clásico.

Y, por último, la cuarta etapa viene marcada por el cambio ideológico, con el consiguiente énfasis en el marco narrativo de los temas tratados, una mayor importancia de la reflexión y el marcado acento que pone en el poema breve, algunas veces con apariencia de simple apunte, sin la gravedad de sus obras anteriores, como si quisiera despojar a su escritura de todo artificio y dotarla de una mayor naturalidad y espontaneidad. Títulos de esta época son Cuaderno catalán (1965), Casi en prosa(1972),Cuadernillo de Lisboa (1974) y En breve (1975).

Su poesía es, pues, testimonial, por un lado, e intimista por otro, de corte clásico, en general y de temática amorosa y, también, sobre la naturaleza, el sentimiento religioso y patriótico, además del arte y la literatura.

Bibliografía de Dionisio Ridruejo

 Obra poética[
Dionisio Ridruejo

Plural y singular, Segovia, Imprenta El Adelantado, 1935

Primer libro de amor, Barcelona, Yunque, 1939

Poesía en armas, Madrid, Editora Nacional, 1940

Fábula de la doncella y el río, Madrid, Escorial, 1943

Sonetos a la piedra, Madrid, Nacional, 1943

En la soledad del tiempo, Barcelona, Montaner y Simón, 1944

Poesía en armas (Cuaderno de la campaña de Rusia), Madrid, Afrodisio Aguado, 1944

Elegías (1943–1945), Madrid, Adonais, 1948

En once años. Poesías completas de juventud (1935–1945), Madrid, Nacional, 1950 (Premio Nacional de Poesía)

Hasta la fecha (Poesías completas), Madrid, Aguilar, 1962

Cuaderno catalán, Madrid, Revista de Occidente, 1965

Casi en prosa, Madrid, Revista de Occidente, 1972

En breve, Málaga, Litoral, 1975.


Obra en prosa

Cuadernos de Rusia, Diario 1941-1942 - Última Edición Editorial Fórcola

En algunas ocasiones , 1960

Escrito en España, 1962

Guía de Castilla la Vieja, 1968

Diario de una tregua, 1945.1947

Casi unas memorias, Barcelona, Planeta, 1976. Luego, reordenado por Jordi Amat, ha aparecido en Barcelona, Península, 2008, con nuevos materiales; la última edición es de 2012.

El valor de la disidencia. Epistolario inédito de Dionisio Ridruejo (2007), por J. Gracia.
Cartas íntimas desde el exilio, Fundación Santander, 2012,

Poemas de Dionisio Ridruejo


Dionisiso Ridruejo
A UN PINO                                                                                

Pino esbelto y tranquilo,
soledad de la tarde,
tan concreto en la libre
desolación del aire,
tan alto cuando todo
se confunde y abate
y huye el sol a tu copa
tibio y agonizante.

Cómo me fortalece
la paz de tu combate,
ascensión sin fatiga,
raíz honda y constante.

Tu majestad envuelve
el cielo sin celaje
y en tu recio sosiego
la tierra se complace.

Mis ojos educados
en tu sediento mástil
ascienden y divisan
la soledad más ágil,
mientras sueña el silencio
sin astros y sin aves
como el solo decoro
de tu verde ramaje.

Pino esbelto y tranquilo,
tu soledad te guarde,
y consagre la mía
desunida y errante,
segada de su tierra,
extraña de su aire,
cuando aún es oro virgen
la cumbre de la tarde
y tú clamas e invocas
el tiempo de mi carne
y otro vuelo sin tiempo
que se sueña y se hace.

Hasta la fecha (1961)

EL BURGO DE OSMA

Como la nieve fluye y va sonora
de haber sido silencio, así mi olvido
de las cumbres del ser en que ha dormido
baja al tiempo natal y fluye ahora.

Ya es celeste el hollín en la herrería
y el chirriar de la rueda con estopa
del cordelero y riza la garlopa
una miel inmortal de todavía.

Vuelve la yunta de ganar el valle
con su lanza arrastrada y la campana
vuelve a pasar entre la luz y el puente.

Vuelve el mercado a empavesar la calle
con soportales. Vuelve todo y mana
el para siempre ayer eternamente.

Hasta la fecha (1961)

Asalto

Suave y firme tu mano.
No tembló tu corazón; era un instante
de calma y superficie
en tu voz como plata con arena
y en la húmeda pizarra de tus ojos.

Ha sido ahora, ausente,
cuando el tacto recuerda una caricia
y sangre adentro va tu aroma alzando
el oleaje y quema tu piel de oro.

Sufro extrañado en esta mano nueva
con su emoción de almendro,
que late y crea al recordar. La paso
por los objetos de costumbre: el hierro,
la madera, el cristal, la lana -tuyos-
y una descarga eléctrica de rosas
los hace carne viva.

Poesías al margen (1954-59)

A la piedra del molino

El recto andar del agua prisionera
se hizo círculo y copla en tus ardores,
pan de roca, en tu danza molinera,
alegres de tus albas mis rumores.

Sol de espigas, tus labios giradores,
labios del llanto, pesadez ligera,
enmudecen tu amarga primavera,
luna muerta en el llanto de las flores.

Hoy te miro, descanso del camino,
moneda del recuerdo abandonada
en la quieta nostalgia del molino.

Cíclope triste, el ojo sin mirada
y la forma andadora sin destino,
en el eje del aire atravesada.

Sonetos a la piedra (1943)

A una estatua de mujer desnuda

Desnuda y vertical, pero ceñida,
la línea de la tierra a la pereza
de una carne que cede, cuando empieza
la perfección del sueño, su medida.

Materia sin amor, pero encendida
por el número fiel de la pureza
donde la fría carne se adereza
sin el gusto del tiempo y de la vida.

¡Oh, dócil a los ojos y apartada
del fuego de la sangre, muda gloria
en éxtasis de tierra levantada!

Antigua juventud fresca y gastada
que aflige la pasión de su memoria
en esta eternidad tan sosegada.

Sonetos a la piedra (1943)



Elegía a un retrato

Muerta que mueve a amor, presente vida
con la sangre arrastrada por pinceles
y de nuevo en mis ojos concebida.

Muerta en muerte nublada por laureles,
con los últimos llantos enterrados,
en el descanso de tu carne, fieles.

Muerta de los minutos reposados,
lejana de tus siglos de ceniza
y de tus breves años animados.

Caliente juventud que se eterniza
en el único vuelo de mirada
que a una luz sin edades paraliza.

Vida por blandas rosas encauzada,
venas al tiempo del mejor latido
vertidas en la boca enamorada.

Seno en la nieve del suspiro erguido,
frente en el frágil pensamiento fría
bajo oro en seda sin rubor ceñido.

Peso de nube, grave de armonía,
en cándido vestido sin materia
que de ascua cede al hielo su porfía.

Oh, muerte dulce, tu presencia sería
posada, sin atmósfera en el lecho
hiela del tiempo la fluida arteria.

La voz que guarda tu lejano pecho
habla en la risa de tu nueva esencia
adolescente, del ayer deshecho.

Tus ojos me revelan la evidencia
de aquellos ojos que brotaron flores
en polvo de tu muerte sin ausencia.

Tu talle, apenas arco de temores,
libra sus flechas hacia el bosque yerto,
en el que fueron ramas tus temblores.

Sólo mi amor para la angustia abierto
sufre de no llegar a las entrañas
del dolor a mis venas descubierto.

Oh, forma que a amor mueves y que engañas
-viva sin existir, muerta sin piedra-
al fuego frío que sin llanto bañas.

Dime cuál árbol de tus huesos medra,
señálame el verdor que te levanta
y al tronco limpio juntaré mi hiedra.

Pero en la fiel mudez de tu garganta
vuelvo a verte tan cierta y renacida
velada por un aire que no canta,

que se torna la muerte la fingida.
Y tú, la trenzadora del anhelo
que asciende casi eterno por mi vida,
confuso si de tierra o si de cielo.

Elegías (1948)

Ya solo en mi corazón...

Ya solo en mi corazón
desiertamente he quedado;
el alma es como una nieve
extendida sobre el campo,
la tierra desaparece,
el cielo niega el espacio,
las cosas que me rodean
rechazan la luz del hábito.

¿De qué me sirven los ojos?
¿De qué el aroma sin rastro?
¿De qué la voz sin el nombre
que se despoja del labio?
El tiempo de mi esperanza
es como tiempo pasado.
Ya solo en mi corazón
desiertamente he quedado.

Cuadernos de Rusia (1944)

Ven a mis dulces campos de ribera...

Ven a mis dulces campos de ribera
que suspiran en álamos por verte.
Hacia la brisa que tu aliento vierte
levantará sus hierbas la pradera.

Se cuajará de flor la primavera
que al peso de tu sueño se despierte.
Saldrán de las raíces de la muerte
las alas de la vida que te espera.

Las aguas de la espuma de tu baño
se abrirán como labios, como orillas,
para besar la luz en tu tamaño.

Y ahora que sólo de inminencia brillas,
mira en mi corazón, año tras año,
pleno el mundo y las horas de rodillas.

Fábula de la doncella y el río (1943)