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Recital de poemas de José Agustin Goytisolo

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jueves, 26 de agosto de 2010

FEDERICO GARCIA LORCA



por Ana Alejandre

Nació el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros (Granada), hijo de Federico y Vicenta, siendo su madre su primera maestra que le enseña a leer y escribir. Es el mayor de cuatro hermanos. A los dos años tiene una serie de problemas locomotrices, lo que le provoca una cierta incapacidad de movimiento en una de las piernas.

Desde niño aprendió canciones populares y se sintió desde muy temprano muy interesado por la literatura romántica y clásica. Ello también le llevó a aficionarse al teatro, por lo que montaba y representaba para su familia y amigos, sobre todo se sentía interesado por los títeres y marionetas.

Comienza sus estudios de bachillerato en Almería y también sus primeros estudios de música (piano y guitarra).
Posteriormente ingresa en la Universidad de Granada donde se matricula en Derecho y en Filosofía y Letras que era la carrera que verdaderamente le despertaba interés, además de las artes plásticas y la poesía. Por entonces era un empedernido lector de los escritores románticos españoles del siglo XIX y de los modernos de Latinoamérica, así como de los escritores simbolistas franceses, Shakespeare, el teatro clásico grecolatino y español.

En 1916 y 1917 Lorca realiza varios viajes de estudios con su profesor y varios compañeros por España. Fue entonces cuando conoce a Antonio Machado en Baeza y de dicho viaje nace su primer libro Impresiones y paisajes que publica en 1918, en el que plasma en prosa lírica las sensaciones y vivencias de sus cuatro viajes por territorio español.

A raíz de la muerte de su profesor de música, don Antonio Segura Mesa, en 1916, pierde completamente el interés por la música y se inclina por la poesía, y de cuya etapa algunos de sus primeros poemas son publicados en su primer poemario Libro de Poemas, en 1921.Es 1919 un año decisivo en su trayectoria literaria, porque en ese año se traslada a Madrid e ingresa en la Residencia de Estudiantes en la que estuvo hasta 1928. En ella conoce a personajes de la talla intelectual y artística como son Luís Buñuel, Salvador Dalí, Emilio Prados, Pedro Salinas, Pepín Bello y otros. Además se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras, pero no asiste casi nunca a las clases. En 1920 estrena en el teatro Eslava de Madrid El maleficio de la mariposa, constituyendo un sonoro fracaso. Al año siguiente, publica Libro de Poemas que inaugura su trayectoria poética. En 1922, en el Centro Artístico de Granada lee su conferencia El Cante Jondo y comienza a escribir la tragicomedia titulada Don Cristóbal y la señá Rosita. Además, en colaboración con Manuel Falla, representó una pieza teatral de marionetas para niños en Granada, en 1923. Ese mismo año conoció a Salvador Dalí en la Residencia de Estudiantes y en ese tiempo empezó a escribir sus nuevos poemarios Suites y Canciones, volviendo a colaborar con Falla de nuevo en la preparación de una ópera, además de empezar a escribir una de sus obras más emblemáticas: Romancero gitano.En 1925 finaliza la escritura de Mariana Pineda y al año siguiente continua con sus viajes y excursiones, especialmente por las Alpujarras, acompañado por Manuel de Falla. Por esos años, su familia compra la Huerta de San Vicente, en la hermosa vega granadina, y es allí donde se traslada a pasar muchas y largas temporadas. Fue por entonces cuando la Revista de Occidente publica su Oda a Salvador Dalí y realiza una lectura de sus poemas contenidos en sus obras Suites, Canciones, Cante Jondo y Romancero gitano, que estaban en plena corrección por parte de su autor.
En 1926, Lorca participa en la conferencia en homenaje al ilustre poeta del Siglo de Oro, Luís de Góngora. De esta conferencia surge el nombre que definiría el estilo de los poetas y músicos que se expresaban en sus respectivas obras con una mezcla del vanguardismo y lo tradicional y que fue denominado “Generación del 27.”.

En 1927 escribe Soledad, en homenaje a Luís de Góngora (inspirándose en el título en la obra más importante de éste titulada Soledades). Se publica en este año también su obra Canciones y también se estrena en Barcelona en dicho año una obra teatral fechada en 1923, titulada Mariana Pineda, interpretada por la famosa actriz Margarita Xirgu y con el diseño de telón de Salvador Dalí.

Romancero gitano fue publicado en 1928 que obtuvo un resonante éxito, pero no consiguió la aceptación, sin embargo, de muchos de sus colaboradores habituales que hicieron feroces críticas a dicha obra, especialmente Salvador Dalí, lo que produjo la ruptura de los dos artistas y amigos. En este mismo año, Lorca, junto a un grupo de intelectuales granadinos a los que dirige el poeta, funda la revista Gallo, de la que se publican solamente dos números.

Su trayectoria como dramaturgo continúa y escribe nuevas obras como la farsa Amor de don Perlimplim con Belisa en su jardín que fue prohibida por la censura de la Dictadura de Primo de Rivera, en 1929, quizás porque el protagonista se parecía demasiado al dictador Primo de Rivera o por su subtítulo Aleluya erótica. Fue en junio de dicho año, bajo una gran depresión que le ocasionó sus múltiples fracasos literarios y sentimentales, emprendió viaje hacia Nueva York, aconsejado y ayudado por su antiguo profesor de la Facultad de Derecho de Granada. Allí se matricula en la Universidad de Columbia y asiste a multitud de representaciones teatrales, va asiduamente al cine, a los museos y conoce y se hace un apasionado del jazz. Va a Vermont en el verano, invitado por Philips Cummings y a Catskill Mountains, con Angel del Río. Regresa a Nueva York y se instala en el John Jay Hall de la Universidad de Columbia, lugar en el que seguirá hasta principios de 1930. Es entonces cuando empieza a escribir su poemario Poeta en Nueva York y escribe el gaón de Viaje a la Luna y también escribe textos de teatro que él mismo califica de “teatro imposible”., definición que hace referencia a su carácter excesivamente vanguardista, innovador y surrealista lo que imposibilita su puesta en escena. Este período creativo es el que está marcado profundamente por su crisis existencial, literaria y se perfila con claridad su condición homosexual.

Mientras, en España se producen importantes cambios políticos y sociales que son favorables para Lorca en su calidad de autor teatral. Es por ello, que el Ministerio de Cultura e Información Pública apoyó la creación del grupo de teatro ambulante universitario La Barraca, dirigido por Lorca junto a Eduardo Ugarte. Este grupo teatral se desplaza hacia zonas rurales a las que el teatro comercial no llegaba y en ellas representaba adaptaciones de obras clásicas del Siglo de Oro, en un intento de llevar la cultura y el arte hasta zonas marginadas y deprimidas. Con este grupo teatral representó trece obras de teatro en más de setenta localidades en período comprendido entre 1932 y 1936.

Escribió en esta etapa de su vida Bodas de Sangre, lo que supuso un éxito clamoroso que le otorgó a Lorca fama internacional y unos beneficios económicos cuantiosos. Esta obra fue representada en Argentina y Méjico y de ella se hicieron traducciones al inglés, francés y ruso para ser representada, posteriormente, en Nueva York, París y Moscú en años siguientes.
En el período de tiempo de 1933 a 1934, consigue un triunfo clamoroso en Argentina y Uruguay, países a los que visita. Es en Buenos Aires donde asiste a las representaciones de Mariana Pineda, Bodas de Sangre, que alcanza más de cien representaciones, y la Zapatera prodigiosa. Es entonces cuando conoce a Pablo Neruda.

Publica Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, en honor de, su amigo, intelectual y torero que fallece en la plaza de toros de Manzanares, Ciudad Real. También en ese año se produce el estreno de Yerma, obra que le supuso otro éxito clamoroso, interpretado por la compañía de Margarita Xirgu.

Es en 1936 cuando finaliza la última de las tres tragedias rurales escritas por Lorca, que es la ya mítica La casa de Bernarda Alba, cuya figura femenina se puede considerar la más emblemática de las creadas por este poeta y dramaturgo.

El 18 de julio de 1936 se produjo el alzamiento militar con el Gobierno de la República. El 9 de agosto del mismo año, amenazado y temeroso, García Lorca se traslada a la casa del poeta Luís Rosales, porque era buen amigo de dicha familia. El 16 de agosto fue detenido por el ex diputado de la CEDA, Ramón Ruíz Alonso y llevado al Gobierno Civil. Los indicios apuntan a que la denuncia contra García Lorca partió del propio Ruíz Alonso, quien fue el autor de su redacción junto a otros miembros de la CEDA en Granada. Dicha denuncia señalaba como motivos de la detención del poeta su apoyo al Frente Popular, su amistad con Fernández de los Ríos y su carácter de homosexual.
Aunque aún se desconoce la fecha en la que se produjo la muerte del poeta, se considera probable que sucediera en la madrugada del 18 al 19 de agosto de 1936, cuando sólo contaba 38 años y tenía una gran obra inédita y aún por terminar, entre ella Odas, Poemas en prosa y Sonetos..

Por su trágica muerte, Lorca no pudo cumplir su deseo de trasladarse a Buenos Aires para entregarle el manuscrito de La casa de Bernarda alba a Margarita Xirgu que pensaba representarla en Buenos Aires en octubre de dicho año. No se estrenó en dicha ciudad hasta 1945 y en España no representó por primera vez hasta 1964.

Federico García Lorca es el poeta español más leído de todos los tiempos y la figura literaria más objeto de estudio, análisis y admiración de la literatura española del siglo XX Los temas que predominan en toda su obra gira sobre la muerte, el destino trágico y el sexo que son expresados mediante la belleza lírica de su obra, utilizando todos los estilos poéticos, especialmente el romance.

Este genial poeta siempre buscó de manera constante el significado de lo universal a través de lo singular y, por ello, sus personajes tanto en el teatro como en la prosa o el poema siempre están circunscritos a situaciones y circunstancias muy definidas, porque eso le servía para analizar la condición humana a través de las historias de sus personajes que siempre estaban marcados por la fuerza de un destino trágico.

Obra de García Lorca


OBRAS

Prosa

Impresiones:

- Granada. Paraíso cerrado para muchos
- Semana Santa en Granada

Narraciones:

- Historia de este gallo
- Degollación del Bautista
- Degollación de los Inocentes
- Suicidio en Alejandría
- Santa Lucía y San Lázaro
- Nadadora sumergida. Pequeño homenaje a un cronista de salones
- Amantes asesinados por una perdiz
- La gallina

Conferencias:

- Charla sobre teatro
- Teoría y juego del duende
- Las nanas infantiles
- La imagen poética de Luís de Góngora

Homenajes:

- En homenaje a Luis Cernuda
- De mar a mar

Poesía

- Libro de Poemas (1921)
- Poema del cante jondo (1921)
- Primeras canciones (1922)
- Canciones (1921-1924)
- Romancero gitano (1924-1927)
- Poeta en Nueva York (1929-1930)
- Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)
- Seis poemas gallegos
- Diván del Tamarit (1936)
- Poemas sueltos
- Cantares Populares



Teatro

- El maleficio de la mariposa (1919)
- Los títeres de Cachiporra. Tragicomedia de Don Cristóbal y la señá Rosita
- Mariana Pineda (1925)
- Teatro breve (1928)
- La zapatera prodigiosa (1930)
- Amr de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931)
- Retablillo de don Cristóbal. Farsa para guiñal (1931)
- Así que pasen cinco años (1931)
- El público (1933)
- Bodas de sangre (1933)
- Yerma (1934)
- Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores (1935)
- La Casa de Bernarda Alba (1936)
- Viaje a la luna

Poemas de F. García Lorca


Los encuentros de un caracacol aventurero
Diciembre de 1918

(Granada)

A Ramón P. Roda.

Hay dulzura infantil
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.
En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.
La divina quietud
de la Naturaleza
le dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar, deseó
ver el fin de la senda.

Echó a andar e internose
en un bosque de yedras
y de ortigas. En medio
había dos ranas viejas
que tomaban el sol,
aburridas y enfermas.

"Esos cantos modernos
-murmuraba una de ellas-
son inútiles". "Todos,
amiga -le contesta
la otra rana, que estaba
herida y casi ciega-.
Cuando joven creía
que si al fin Dios oyera
nuestro canto, tendría
compasión. Y mi ciencia,
pues ya he vivido mucho,
hace que no lo crea.
Yo ya no canto más..."

Las dos ranas se quejan
pidiendo una limosna
a una ranita nueva
que pasa presumida
apartando las hierbas.

Ante el bosque sombrío
el caracol se aterra.
Quiere gritar. No puede.
Las ranas se le acercan.

"¿Es una mariposa?",
dice la casi ciega.
"Tiene dos cuernecitos
-la otra rana contesta-.
Es el caracol. ¿Vienes,
caracol, de otras tierras?"

"Vengo de mi casa y quiero
volverme muy pronto a ella".
"Es un bicho muy cobarde
-exclama la rana ciega-.
¿No cantas nunca?" "No canto",
dice el caracol. "¿Ni rezas?"
"Tampoco: nunca aprendí".
"¿Ni crees en la vida eterna?"
"¿Qué es eso?
"Pues vivir siempre
en el agua más serena,
junto a una tierra florida
que a un rico manjar sustenta".

"Cuando niño a mí me dijo
un día mi pobre abuela
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos".

"Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
nosotras. Creerás en ella",
dicen las ranas furiosas.

"¿Por qué quise ver la senda?
-gime el caracol-. Sí creo
por siempre en la vida eterna
que predicáis..."
Las ranas,
muy pensativas, se alejan.
y el caracol, asustado,
se va perdiendo en la selva.

Las dos ranas mendigas
como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
"¿Crees tú en la vida eterna?"
"Yo no", dice muy triste
la rana herida y ciega.
"¿Por qué hemos dicho, entonces,
al caracol que crea?"
"Por qué... No sé por qué
-dice la rana ciega-.
Me lleno de emoción
al sentir la firmeza
con que llaman mis hijos
a Dios desde la acequia..."

El pobre caracol
vuelve atrás. Ya en la senda
un silencio ondulado
mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
arrastrando tras ellas
a otra hormiga que tiene
tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
"Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
a vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita".

La hormiga, medio muerta,
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."

"¿Qué son las estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"Sí -repite la hormiga-,
he visto las estrellas,
subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas".
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son las estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza".
"Nosotras no las vemos",
las hormigas comentan.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."

Las hormigas exclaman
moviendo sus antenas:
"Te mataremos; eres
perezosa y perversa.
El trabajo es tu ley."

"Yo he visto a las estrellas",
dice la hormiga herida.
Y el caracol sentencia:
"Dejadla que se vaya.
seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
ya rendida se muera".

Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga, agonizando,
huele la tarde inmensa,
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella".

Las demás hormiguitas
huyen al verla muerta.

El caracol suspira
y aturdido se aleja
lleno de confusión
por lo eterno. "La senda
no tiene fin -exclama-.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí.
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas".

Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia,
y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto,
el paisaje contempla.


Canción otoñal

Noviembre de 1918
(Granada)

Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.

Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.

¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?

¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?

¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?

¿Si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.
Canción primaveral

28 de Marzo de 1919
(Granada)

Salen los niños alegres
de la escuela,
poniendo en el aire tibio
del abril canciones tiernas.
¡Qué alegría tiene el hondo
silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.

Voy camino de 1a tarde,
entre flores de la huerta,
dejando sobre el camino
el agua de mi tristeza.
En el monte solitario,
un cementerio de aldea
parece un campo sembrado
con granos de calaveras.
Y han florecido cipreses
como gigantes cabezas
que con órbitas vacías
y verdosas cabelleras
pensativos y dolientes
el horizonte contemplan.
¡Abril divino, que vienes
cargado de sol y esencias,
llena con nidos de oro
las floridas calaveras!



Balada triste
(Pequeño poema)

Abril de 1918
(Granada)

¡Mi corazón es una mariposa,
niños buenos del prado!,
que presa por la araña gris del tiempo
tiene el polen fatal del desengaño.

De niño yo canté como vosotros,
niños buenos del prado,
solté mi gavilán con las temibles
cuatro uñas de gato.

Pasé por el jardín de Cartagena
la verbena invocando
y perdí la sortija de mi dicha
al pasar el arroyo imaginario.

Fui también caballero
una tarde fresquita de mayo.
Ella era entonces para mí el enigma,
estrella azul sobre mi pecho intacto.
Cabalgué lentamente hacia los cielos.
Era un domingo de pipirigallo.
Y vi que en vez de rosas y claveles
ella tronchaba lirios con sus manos.

Yo siempre fui intranquilo,
niños buenos del prado.
el ella del romance me sumía
en ensoñares claros:
¿quién será la que coge los claveles
y las rosas de mayo?
¿Y por qué la verán sólo los niños
a lomos de Pegaso?
¿Será esa misma la que en los rondones
con tristeza llamamos
estrella, suplicándole que salga
a danzar por el campo...?

En abril de mi infancia yo cantaba,
niños buenos del prado,
la ella impenetrable del romance
donde sale Pegaso.
Yo decía en las noches la tristeza
de mi amor ignorado,
y la luna lunera, ¡qué sonrisa
ponía entre sus labios!
¿Quién será la que corta los claveles
y las rosas de mayo?

Y dlla chiquilla, tan bonita,
que su madre ha casado,
¿en qué oculto rincón de cementerio
dormirá su fracaso?

Yo solo con mi amor desconocido,
sin coran, sin llantos,
hacia el techo imposible de los cielos
con un gran sol por báculo.

¡Qué tristeza tan seria me da sombra!
Niños buenos del prado,
cómo recuerda dul corazón
los días ya lejanos...
¿Quién será la que corta los claveles
y las rosas de mayo?




La sombra de mi alma


Diciembre de 1919
(Madrid)

La sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras.

¡La sombra de mi alma!

He llegado a la línea donde cesa
la nostalgia,
y la gota de llanto se transforma
alabastro de espíritu.

(¡La sombra de mi alma!)

El copo del dolor
se acaba,
pero queda la razón y la sustancia
de mi viejo mediodía de labios,
de mi viejo mediodía
de miradas.

Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión
casi marchita.

¡La sombra de mi alma!

Y una alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.

¡Ruiseñor mío!
¡Ruiseñor!
¿Aún cantas?



Si mis manos pudieran deshojar

10 de Noviembre de 1919
(Granada)

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!




Madrigal de Verano

Agosto de 1920
(Vega de Zujaira)

Junta tu roja boca con la mía,
¡oh Estrella la gitana!
Bajo el oro solar del mediodía
morderá la manzana.

En el verde olivar de la colina
hay una torre mora,
del color de tu carne campesina
que sabe a miel y aurora.

Me ofreces en tu cuerpo requemado
el divino alimento
que da flores al cauce sosegado
y luceros al viento.

¿Cómo a mí te entregaste, luz morena?
¿Por qué me diste llenos
de amor tu sexo de azucena
y el rumor de tus senos?

¿No fue por mi figura entristecida?
(¡Oh mis torpes andares!)
¿Te dio lástima acaso de mi vida,
marchita de cantares?

¿Cómo no has preferido a mis lamentos
los muslos sudorosos
de un San Cristóbal campesino, lentos
en el amor y hermosos?

Danaide del placer eres conmigo.
Femenino Silvano.
Huelen tus besos como huele el trigo
reseco del verano.

Entúrbiame los ojos con tu canto.
Deja tu cabellera
extendida y solemne como un manto
de sombra en la pradera.

Píntame con tu boca ensangrentada
un cielo del amor,
en un fondo de carne la morada
estrella de dolor.

Mi pegaso andaluz está cautivo
de tus ojos abiertos;
volará desolado y pensativo
cuando los vea muertos.

Y aunque no me quisieras te querría
por tu mirar sombrío,
como quiere la alondra al nuevo día,
sólo por el rocío.

Junta tu roja boca con la mía,
¡oh Estrella la gitana!
Déjame bajo el claro mediodía
consumir la manzana.
Cantos nuevos

Agosto de l920
(Vega de Zujaira)

Dice la tarde: "¡Tengo sed de sombra!"
Dice la luna: "¡Yo, sed de luceros!"
La fuente cristalina pide labios
y suspira el viento.

Yo tengo sed de aromas y de risas,
sed de cantares nuevos
sin lunas y sin lirios,
y sin amores muertos.

Un cantar de mañana que estremezca
a los remansos quietos
del porvenir. Y llene de esperanza
sus ondas y sus cienos.

Un cantar luminoso y reposado
pleno de pensamiento,
virginal de tristeza y de angustias
y virginal de ensueños.

Cantar sin carne lírica que llene
de risas el silencio
(una bandada de palomas ciegas
lanzadas al misterio).

Cantar que vaya al alma de las cosas
y al alma de los vientos
y que descanse al fin en la alegría
del corazón eterno.


El presentimiento

Agosto de 1920
(Vega de Zujaira)

El presentimiento
es la sonda del alma
en el misterio.
Nariz del corazón,
que explora en la tiniebla
del tiempo.

Ayer es lo marchito.
El sentimiento
y el campo funeral
del recuerdo.

Anteayer
es lo muerto.
Madriguera de ideas moribundas
de pegasos sin freno.
Malezas de memorias
y desiertos
perdidos en la niebla
de los sueños.

Nada turba los siglos
pasados.
No podemos
arrancar un suspiro
de lo viejo.
El pasado se pone
su coraza de hierro
y tapa sus oídos
con algodón del viento.
Nunca podrá arrancársele
un secreto.

Sus músculos de siglos
y su cerebro
de marchitas ideas
en feto
no darán el licor que necesita
el corazón sediento.

Pero el niño futuro
nos dirá algún secreto
cuando juegue en su cama
de luceros.
Y es fácil engañarle;
por eso,
démosle con dulzura
nuestro seno.

Que el topo silencioso
del presentimiento
nos traerá sus sonajas
cuando se esté durmiendo.



Elegía del silencio

Julio de 1920

Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?
¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento dardo
en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?

El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
la espina de la risa
o el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.
Si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.

Huyendo del sonido
eres sonido mismo,
espectro de armonía,
humo de grito y canto.
Vienes para decirnos
en las noches oscuras
la palabra infinita
sin aliento y sin labios.

Taladrado de estrellas
y maduro de música,
¿dónde llevas, silencio,
tu dolor extrahumano,
dolor de estar cautivo
en la araña melódica,
ciego ya para siempre
tu manantial sagrado?

Hoy arrastran tus ondas
turbias de pensamiento
la ceniza sonora
y el dolor del antaño.
Los ecos de los gritos
que por siempre se fueron.
El estruendo remoto
del mar, momificado.

Si Jehová se ha dormido
sube al trono brillante,
quiébrale en su cabeza
un lucero apagado,
y acaba seriamente
con la música eterna,
la armonía sonora
de luz, y mientras tanto,
vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que Dios y el tiempo,
manabas sosegado.


Pajarita de papel

Julio de 1920

¡Oh pajarita de papel!
Águila de los niños.
Con las plumas de letras,
sin palomo
y sin nido.

Las manos aún mojadas de misterio
te crean en un frío
anochecer de otoño, cuando mueren
los pájaros y el ruido
de la lluvia nos hace amar la lámpara,
el corazón y el libro.

Naces para vivir unos minutos
en el frágil castillo
de naipes que se eleva tembloroso
como el tallo de un lirio.
y meditas allí ciega y sin alas
que pudiste haber sido
el atleta grotesco que sonríe
ahorcado por un hilo,
el barco silencioso sin remeros ni velamen,
el lírico
buque fantasma del miedoso insecto,
o el triste borriquito
que escarnecen, haciéndolo Pegaso,
los soplos de los niños.

Pero en medio de tu meditación
van gotas de humorismo.
Hecha con la corteza de la ciencia
te ríes del Destino,
y gritas: "Blanca Flor no muere nunca,
ni se muere Luisito.
La mañana es eterna, es eterna
la fuente del rocío"

Y aunque no crees en nada dices esto,
no se enteren los niños
de que hay sombra detrás de las estrellas
y sombra en tu castillo.

En medio de la mesa, al derrumbarse
tu azul mansión, has visto
que el milano te mira ansiosamente:
"Es un recién nacido.
una pompa de espuma sobre el agua
del sufrimiento vivo"

Y tú vas a sus labios luminosos
mientras ríen los niños,
y callan los papás, no se despierten
los dolores vecinos.

Así pájaro clown desapareces
para nacer en otro sitio.
Así pájaro esfinge das tu alma
de ave fénix al limbo.



Hay almas que tienen...


8 de Febrero de 1920

Hay almas que tienen
azules luceros,
mañanas marchitas
entre hojas del tiempo,
y castos rincones
que guardan un viejo
rumor de nostalgias
y sueños.

Otras almas tienen
dolientes espectros
de pasiones. Frutas
con gusanos. Ecos
de una voz quemada
que viene de lejos
como una corriente
de sombra. Recuerdos
vacíos de llanto
y migajas de besos.
Mi alma está madura
hace mucho tiempo,
y se desmorona
turbia de misterio.
Piedras juveniles
roídas de ensueño
caen sobre las aguas
de mis pensamientos.
Cada piedra dice:
"¡Dios está muy lejos!"


Canción del mariquita

Canciones (1921-1925)

El mariquita se peina
en su peinador de seda.

Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras.

El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.

Por los patios gritan loros,
surtidores y planetas.

El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.

La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.

El escándalo temblaba
rayado como una cebra.

¡Los mariquitas del Sur,
cantan en las azoteas!



Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía

1. La cogida y la muerte

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!



2. La sangre derramada

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga, que no quiero
ver la sangre de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par.
Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio con
toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea !

No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.

No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!

Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos,
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
corno una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.

¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre aura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!

3. Cuerpo presente

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curve ni cipreses helados.
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.

Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.

Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.

Ya esta sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni flora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero mas que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen dónde está la salida
para este capitán atado por la muerte.

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.

Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.

No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

4. Alma ausente

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.










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Fragmento de Yerma, y citas de García Lorca


YERMA

POEMA TRÁGICO EN TRES ACTOS Y SEIS CUADROS
(1934)

PERSONAJES:

YERMA
HEMBRA
MARÍA
CUÑADA 1ª
VIEJA PAGANA
CUÑADA 2ª
DOLORES
MUJER 1ª
LAVANDERA 1ª
MUJER 2ª
LAVANDERA 2ª
NIÑO
LAVANDERA 3ª
JUAN
LAVANDERA 4ª
VÍCTOR
LAVANDERA 5ª
MACHO
LAVANDERA 6ª
HOMBRE 1º
MUCHACHA 1ª
HOMBRE 2°
MUCHACHA 2ª
HOMBRE 3°

ACTO PRIMERO

CUADRO PRIMERO

(Al levantarse el telón está YERMA dormida con un tabanque de costura a los pies.
La escena tiene una extraña luz de sueño. Un pastor sale de puntillas mirando fijamente a YERMA. Lleva de la mano a un niño vestido de blanco.
Suena el reloj. Cuando sale el pastor, la luz se cambia por una alegre luz de mañana de primavera. YERMA se despierta.)

CANTO
VOZ DENTRO.
-A la nana, nana, nana,
a la nanita le haremos
una chocita en el campo
y en ella nos meteremos.

YERMA.-Juan, ¿me oyes? Juan.

JUAN.-Voy.

YERMA.-Ya es la hora.

JUAN. ¿Pasaron las yuntas?

YERMA.-Ya pasaron.

JUAN.-Hasta luego. (Va a salir.)

YERMA.-¿No tomas un vaso de leche?

JUAN.- ¿Para qué?

YERMA.-Trabajas mucho y no tienes tú cuerpo para resistir los trabajos.

JUAN.-Cuando los hombres se quedan enjutos se ponen fuertes como el acero.

YERMA.-Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te diera en ella el sol. A mí me gustaría que fueras al río y nadaras y que te subieras al tejado cuando la lluvia cala nuestra vivienda.
Veinticuatro meses llevamos casados, y tú cada vez más triste, más enjuto, como si crecieras al revés.

JUAN.-¿Has acabado?

YERMA.-(Levantándose.) No lo tomes a mal. Si yo estuviera enferma me gustaría que tú me cuidases. "Mi mujer está enferma. Voy a matar ese cordero para hacerle un buen guiso de carne." "Mi mujer está enferma. Voy a guardar esta enjundia de gallina para aliviar su pecho, voy a llevarle esta piel de oveja para guardar sus pies de la nieve."Así soy yo. Por eso te cuido.

JUAN.-Y yo te lo agradezco.

YERMA.-Pero no te dejas cuidar.

JUAN.-Es que no tengo nada. Todas esas cosas son suposiciones tuyas. Trabajo mucho. Cada año seré más viejo.

YERMA.-Cada año... Tú y yo seguiremos aquí cada año...

JUAN.-(Sonriente.) Naturalmente. Y bien sosegados. Las cosas de la labor van bien, no tenemos hijos que gasten.

YERMA. - No tenemos hijos... ¡Juan!

JUAN.-Dime.

YERMA.-¿Es que yo no te quiero a ti?

JUAN.-Me quieres.

YERMA. - Yo conozco muchachas que han temblado y que lloraban antes de entrar en la cama con sus maridos. ¿Lloré yo la primera vez que me acosté contigo? ¿No cantaba al levantar los embozos de holanda? Y no te dije, ¡cómo huelen a manzanas estas ropas!

JUAN.-¡Eso dijiste!

YERMA.-Mi madre lloró porque no sentí separarme de ella. ¡Y era verdad! Nadie se casó con más alegría. Y, sin embargo. . .

JUAN.- Calla. Demasiado trabajo tengo yo con oír en todo momento...

YERMA.-No. No me repitas lo que dicen. Yo veo por mis ojos que eso no puede ser... A fuerza de caer la lluvia sobre las piedras éstas se ablandan y hacen crecer jaramagos, que las gentes dicen que no sirven para nada. "Los jaramagos no sirven para nada", pero yo bien los veo mover sus flores amarillas en el aire.

JUAN.-¡Hay que esperar!

YERMA.- Sí; queriendo. (YERMA abraza y besa al marido, tomando ella la iniciativa.) ,

JUAN.-Si necesitas algo me lo dices y lo traeré. Ya sabes que no me gusta que salgas.

YERMA.-Nunca salgo.

JUAN.-Estás mejor aquí.

YERMA.-Sí.

JUAN.-La calle es para la gente desocupada.

YERMA.-(Sombría) Claro.

(El marido sale y YERMA se dirige a la costura, se pasa la mano por el vientre, alza los brazos en un hermoso bostezo y se sienta a coser.)
¿De dónde vienes, amor, mi niño?
De la cresta del duro frío.
¿Qué necesitas, amor, mi niño?
La tibia tela de tu vestido.
(Enhebra la aguja)
¡Que se agiten las ramas al sol
y salten las fuentes alrededor!
(Como si hablara con un niño.)
En el patio ladra el perro,
en los árboles canta el viento.
Los bueyes mugen al boyero
y la luna me riza los cabellos.
¿Qué pides, niño, desde tan lejos?
(Pausa. )
Los blancos montes que hay en tu pecho.
¡Que se agiten las ramas al sol y salten las fuentes alrededor!
(Cosiendo.)
Te diré, niño mío, que sí,
tronchada y rota soy para ti.
¡Cómo me duele esta cintura
donde tendrás primera cuna!
Cuándo, mi niño, vas a venir.
(Pausa.)
Cuando tu carne huela a jazmín.
¡Que se agiten las ramas al sol
y salten las fuentes alrededor!
(YERMA queda cantando. Por la puerta entra MARÍA, que viene con un lío de ropa.)

YERMA.-¿De dónde vienes?

MARÍA.-De la tienda.

YERMA.-¿De la tienda tan temprano?

MARÍA.-Por mi gusto hubiera esperado en la puerta a que abrieran; y ¿a que no sabes lo que he comprado?

YERMA.- Habrás comprado café para el desayuno, azúcar, los panes.

MARÍA.-No. He comprado encajes, tres varas de hilo, cintas y lanas de color para hacer madroños. El dinero lo tenía mi marido y me lo ha dado él mismo.

YERMA.-Te vas a hacer una blusa.

MARÍA.-No, es porque... ¿sabes?

YERMA.--¿Qué?

MARÍA.-Porque ¡ya ha llegado!
(Queda con la cabeza baja. YERMA se levanta y queda mirándola con admiración.)

YERMA.-¡A los cinco meses!

MARÍA.-Sí.

YERMA.-¿Te has dado cuenta de ello?

MARÍA.-Naturalmente.

YERMA.-(Con curiosidad.) ¿Y qué sientes?

MARÍA.-No sé. Angustia.

YERMA. - Angustia. (Agarrada a ella.) Pero... ¿cuándo llegó?... Dime. Tú estabas descuidada.

MARÍA.-Sí, descuidada...

YERMA. - Estarías cantando, ¿verdad? Yo canto. Tú... dime...

MARÍA.-No me preguntes. ¿No has tenido nunca un pájaro vivo apretado en la mano?

YERMA.-Sí.

MARÍA.-Pues, lo mismo..., pero por dentro de la sangre.

YERMA. - ¡Qué hermosura! (La mira extraviada.)

MARÍA. - Estoy aturdida. No sé nada.

YERMA.-¿De qué?

MARÍA.-De lo que tengo que hacer. Le preguntaré a mi madre.

YERMA. ¿Para qué? Ya está vieja y habrá olvidado estas cosas. No andes mucho y cuando respires respira tan suave como si tuvieras una rosa entre los dientes.

MARÍA.-Oye, dicen que más adelante te empuja suavemente con las piernecitas.

YERMA.-Y entonces es cuando se le quiere más, cuando se dice ya: ¡mi hijo!

MARÍA.-En medio de todo tengo vergüenza.

YERMA. ¿Qué ha dicho tu marido?

MARÍA.-Nada.

YERMA. ¿Te quiere mucho?

MARÍA.-No me lo dice, pero se pone junto a mí y sus ojos tiemblan como dos hojas verdes.

YERMA. ¿Sabía él que tú...?

MARÍA.-Sí.

YERMA. ¿Y por qué lo sabía?

MARÍA.-No sé. Pero la noche que nos casamos me lo decía constantemente con su boca puesta en mi mejilla, tanto que a mí me parece que mi niño es un palomo de lumbre que él me deslizó por la oreja.

YERMA.-¡Dichosa!

MARÍA.-Pero tú estás más enterada de esto que yo.

YERMA. ¿De qué me sirve?

MARÍA.-¡Es verdad! ¿Por qué será eso? De todas las novias de tu tiempo tú eres la única.. .

YERMA.-Es así. Claro que todavía es tiempo. Elena tardó tres años y otras antiguas del tiempo de mi madre mucho más, pero dos años y veinte días, como yo, es demasiada espera. Pienso que no es justo que yo me consuma así. Muchas noches salgo descalza al patio para pisar la tierra, no sé por qué. Si sigo así, acabaré volviéndome mala.

MARÍA.-Pero ven acá, criatura; hablas como si fueras una vieja. ¡Qué digo! Nadie puede quejarse de estas cosas. Una hermana de mi madre lo tuvo a los catorce años, ¡y si vieras qué hermosura de niño!

YERMA.-(Con ansiedad.) ¿Qué hacía?

MARÍA.-Lloraba como un torito, con la fuerza de mil cigarras cantando a la vez y nos orinaba y nos tiraba de las trenzas, y cuando tuvo cuatro meses nos llenaba la cara de arañazos.

YERMA.-(Riendo.) Pero esas cosas no duelen.

MARÍA.-Te diré...

YERMA.-¡Bah! Yo he visto a mi hermana dar de mamar a su niño con el pecho lleno de grietas y le producía un gran dolor, pero era un dolor fresco, bueno, necesario para la salud.

MARÍA.-Dicen que con los hijos se sufre mucho.

YERMA.-Mentira. Eso lo dicen las madres débiles, las quejumbrosas. ¿Para qué los tienen? Tener un hijo no es tener un ramo de rosas. Hemos de sufrir para verlos crecer. Yo pienso que se nos va la mitad de nuestra sangre. Pero esto es bueno, sano, hermoso. Cada mujer tiene sangre para cuatro o cinco hijos y cuando no los tiene se le vuelve veneno, como me va a pasar a mí.

MARÍA.-No sé lo que tengo.

YERMA.-Siempre oí decir que las primerizas tienen susto.

MARÍA. - (Tímida.) Veremos... Como tú coses tan bien. . .

YERMA.-(Cogiendo el lío.) Trae. Te cortaré dos trajecitos. ¿Y esto?

MARÍA.-Son los pañales.

YERMA.-Bien. (Se sienta.)

MARÍA.-Entonces... Hasta luego. (Se acerca y YERMA le coge amorosamente el vientre con las manos.)

YERMA.-No corras por las piedras de la calle.

MARÍA.-Adiós. (La besa y sale.)

YERMA.-Vuelve pronto. (YERMA queda en la misma actitud que al princípio. Coge las tijeras y empieza a cortar. Sale VÍCTOR,) Adiós, Víctor.

VÍCTOR.-(Es profundo y lleva firme gravedad.) ¿Y Juan?

YERMA.-En el campo.

VÍCTOR.-¿Qué coses?

YERMA.-Corto unos pañales.

VÍCTOR.-(Sonriente.) ¡Vamos!

YERMA.-(Ríe.) Los voy a rodear de encajes.

VÍCTOR.-Si es niña le pondrás tu nombre.

YERMA.-(Temblando.) ¿Cómo?. . .

VÍCTOR.-Me alegro por ti.

YERMA.- (Casi ahogada.) No. . .,no son para mí. Son para el hijo de María.

VÍCTOR.-Bueno, pues a ver si con el ejemplo té animas. En esta casa hace falta un niño.

YERMA.- (Con angustia.) ¡Hace falta!

VÍCTOR.-Pues adelante. Dile a tu marido que piense menos en el trabajo. Quiere juntar dinero y lo juntará, pero ¿a quién lo va a dejar cuando se muera? Yo me voy con las ovejas. Dile a Juan que recoja las dos que me compró, y en cuanto a lo otro, ¡que ahonde! (Se va sonriente.)

YERMA.-(Con pasión.) ¡Eso! iQue ahonde!

Te diré, niño mío, que sí,
tronchada y rota soy para ti.
¡Cómo me duele esta cintura,
donde tendrás primera cuna!
¿Cuándo, mi niño, vas a venir?
¡Cuando tu carne huela a jazmín!
(YERMA, que en actitud pensativa se levanta y acude al sitio donde ha estado VÍCTOR y respira fuertemente, como si aspirara aire de montaña, después va al otro lado de la habitación como buscando algo y de allí vuelve a sentarse y coge otra vez la costura. Comienza a coser y queda con los ojos fijos en un punto.)

TELÓN

(...)









Citas de Federico García Lorca



Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir.

En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida.


Dejaría en este libro toda mi alma.

La poesía no quiere adeptos,quiere amantes.


Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.

El hombre famoso tiene la amargura de llevar el pecho frío y traspasado por linternas sordas que dirigen sobre él los otros.

Poesia es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo asi como un misterio.

Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar

Mira a la derecha y a la izquierda del tiempo y que tu corazón aprenda a estar tranquilo
.

El español que no ha estado en América no sabe qué es España.

Porque eso son los viejos: la cuerda, la ligazón que hay entre la vida y el abismo de la muerte.

Nuestro ideal no llega a las estrellas, es sereno, sencillo; quisiéramos hacer miel como abejas, o tener dulce voz o fuerte grito, o fácil caminar sobre las hierbas o senos donde mamen nuestros hijos.

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.

Pero el dos no ha sido nunca un número porque es una angustia y su sombra
.

Sin ningún viento, ¡hazme caso! Gira, corazón; gira, corazón.


Siempre has sido lista. Has visto lo malo de las gentes a cien leguas... Pero los hijos son los hijos. Ahora estás ciega.

Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar.







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