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Recital de poemas de José Agustin Goytisolo

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jueves, 18 de octubre de 2012

Poemas de Jorge Guillen




CIMA DE LA DELICIA


¡Cima de la delicia! 
Todo en el aire es pájaro. 
Se cierne lo inmediato 
Resuelto en lejanía. 

¡Hueste de esbeltas fuerzas! 
¡Qué alacridad de mozo 
En el espacio airoso, 
Henchido de presencia! 

El mundo tiene cándida 
Profundidad de espejo. 
Las más claras distancias 
Sueñan lo verdadero. 
, poeta
¡Dulzura de los años 
Irreparables! ¡Bodas 
Tardías con la historia 
Que desamé a diario! 

Más, todavía más. 
Hacia el sol, en volandas 
La plenitud se escapa. 
¡Ya sólo sé cantar!

Cántico (1919-1950)


DESNUDO

Blancos, rosas... Azules casi en veta, 
retraídos, mentales. 
Puntos de luz latente dan señales 
de una sombra secreta. 

Pero el color, infiel a la penumbra, 
se consolida en masa. 
Yacente en el verano de la casa, 
una forma se alumbra. 

Claridad aguzada entre perfiles, 
de tan puros tranquilos 
que cortan y aniquilan con sus filos 
las confusiones viles. 


Desnuda está la carne. Su evidencia 
se resuelve en reposo. 

Monotonía justa: prodigioso 
colmo de la presencia. 

¡Plenitud inmediata, sin ambiente, 
del cuerpo femenino!


Ningún primor: ni voz ni flor. ¿Destino? 
¡Oh absoluto presente!

Cántico (1928-1950)

EN PLENITUD

Después de aquella ventura 
Gozada, y no por suerte 
Ni error —mi sino es quererte, 
Ventura, como madura


Realidad que me satura 
Si de veras soy— después 
De la ráfaga en la mies 
Que ondeó, que se rindió, 

Nunca el alma dice: no. 
¿Qué es ventura? Lo que es.

Cántico (1928-1950)


ESTATUA ECUESTRE

Permanece el trote aquí, 
Entre su arranque y mi mano. 
Bien ceñida queda así 
Su intención de ser lejano. 

Porque voy en un corcel 
A la maravilla fiel: 
Inmóvil con todo brío.


¡Y a fuerza de cuánta calma 
Tengo en bronce toda el alma, 
Clara en el cielo del frío!

Cántico (1919-1950) 


LOS AIRES


¡Damas altas, calandrias!

Junten su elevación 
algazara y montaña, 
todavía crecientes 
gracias a la mañana 
trémula del rocío, 
tan cándida y sin tasa, 
bajo el cielo inventor 
de distancias, de fábulas. 

¡Libertad de la luz, 
damas altas, calandrias, 
lo rubio, lo ascendente!


Sean así la traza, 
tan simple aún, clarísima, 
de las profundas Nadas 
gozosas de los aires, 
con un alma inmediata, 
sí, visible, total, 
¡ah!, para la mirada 
de los siempre amadores 
¡Damas altas, calandrias

Cántico (1928-1950)


LOS JARDINES

Tiempo en profundidad: está en jardines. 
Mira cómo se posa. Ya se ahonda. 

Ya es tuyo su interior. ¡Qué trasparencia 
de muchas tardes, para siempre juntas! 

Sí, tu niñez: ya fábula de fuentes.

Cántico (1919-1950)


LOS NOMBRES

Albor. El horizonte 
entreabre sus pestañas, 
y empieza a ver. ¿Qué? Nombres. 

Están sobre la pátina 
de las cosas. La rosa 
se llama todavía

hoy rosa, y la memoria 
de su tránsito, prisa. 
Prisa de vivir más.


A lo largo amor nos alce 
esa pujanza agraz 
del Instante, tan ágil 
que en llegando a su meta 
corre a imponer Después. 
Alerta, alerta, alerta, 
yo seré, yo seré. 

¿Y las rosas? Pestañas 
cerradas: horizonte 
final. ¿Acaso nada? 
Pero quedan los nombres.

Cántico (1928-1950)


MÁS VERDAD

Sí, más verdad, 
Objeto de mi gana. 
Jamás, jamás engaños escogidos. 

¿Yo escojo? Yo recojo 
La verdad impaciente, 
Esa verdad que espera a mi palabra. 

¿Cumbre? Sí, cumbre 
Dulcemente continua hasta los valles: 
Un rugoso relieve entre relieves. 
Todo me asombra junto. 

Y la verdad 
Hacia mí se abalanza, me atropella. 

Más sol, 
Venga ese mundo soleado, 
Superior al deseo 
Del fuerte, 
Venga más sol feroz. 

¡Más, más verdad!

Cántico (1919-1950) 


MUERTE A LO LEJOs
Je soutenais l'éclat de la mort toute pure.

VALÉRY

Alguna vez me angustia una certeza, 
Y ante mí se estremece mi futuro.


Acechándolo está de pronto un muro 
Del arrabal final en que tropieza 
La luz del campo. ¿Mas habrá tristeza 
Si la desnuda el sol? No, no hay apuro 
Todavía. Lo urgente es el maduro 
Fruto. La mano ya lo descorteza. 

...Y un día entre los días el más triste 
Será. Tenderse deberá la mano 
Sin afán. Y acatando el inminente 
Poder diré sin lágrimas: embiste, 
Justa fatalidad. El muro cano 
Va a imponerme su ley, no su accidente.

Cántico (1928-1950) 


PERFECCIÓN

Queda curvo el firmamento, 
Compacto azul, sobre el día.


Es el redondeamiento 
Del esplendor: mediodía. 

Todo es cúpula. Reposa, 
Central sin querer, la rosa,

A un sol en cénit sujeta. 
Y tanto se da el presente

Que al pie caminante siente 
La integridad del planeta.

Cántico (1928-1950)


TARDE MAYOR

Libre nací y en libertad me fundo.
CERVANTES

Tostada cima de una madurez, 
Esplendiendo la tarde con su espíritu 
Visible nos envuelve en mocedad. 

Así te yergues tú, para mis ojos 
Forma en sosiego de ese resplandor, 
Trasluz seguro de la luz versátil. 

Si aquellas nubes tiemblan a merced, 
Un día, de un estrépito enemigo, 
Mescolanza de súbito voraz, 
Oscurecidos y desordenados 
Penaremos también. Y no habrá alud 
Que nos alcance en la ternura nuestra. 

Esos árboles próceres se ahíncan 
Dedicando sus troncos al cénit, 
A un cielo sin crepúsculos de crimen. 

Si tal fronda perece fulminada, 
Rumoroso otra vez igual verdor 
Se alzará en el olvido del tirano. 

Y pasará el camión de los feroces. 
Castaños sin Historia arrojarán 
Su florecilla al suelo —blanquecino.


Un ámbito de tarde en perfección 
Tan desarmada humildemente opone, 
Por fin venciendo, su fragilidad 

A ese desbarajuste sólo humano 
Que a golpes lucha contra el mismo azul 
Impasible, feroz también, profundo. 

Fugaz la Historia, vano el destructor. 
Resplandece la tarde. Yo contigo. 

Eterna al sol la brisa juvenil.

Cántico (1928-1950)

LA SANGRE AL RÍO

Llegó la sangre al río.


Todos los ríos eran una sangre, 
Y por las carreteras 
De soleado polvo 
—O de luna olivácea— 
Corría en río sangre ya fangosa 
Y en las alcantarillas invisibles 

El sangriento caudal era humillado 
Por las heces de todos. 

Entre las sangres todos siempre juntos, 
Juntos formaban una red de miedo. 
También demacra el miedo al que asesina, 
Y el aterrado rostro palidece, 
Frente a la cal de la pared postrera, 
Como el semblante de quien es tan puro 
Que mata. 

Encrespándose en viento el crimen sopla. 
Lo sienten las espigas de los trigos, 
Lo barruntan los pájaros, 
No deja respirar al transeúnte 
Ni al todavía oculto, 
No hay pecho que no ahogue: 
Blanco posible de posible bala. 

Innúmeros, los muertos, 
Crujen triunfantes odios 
De los aún, aún supervivientes.


A través de las llamas 
Se ven fulgir quimeras, 
Y hacia un mortal vacío 
Clamando van dolores tras dolores. 

Convencidos, solemnes si son jueces 
Según terror con cara de justicia, 
En baraúnda de misión y crimen 
Se arrojan muchos a la gran hoguera 
Que aviva con tal saña el mismo viento, 
Y arde por fin el viento bajo un humo 
Sin sentido quizá para las nubes. 
¿Sin sentido? Jamás. 

No es absurdo jamás horror tan grave. 
Por entre los vaivenes de sucesos 
—Abnegados, sublimes, tenebrosos, 
Feroces— 
La crisis vocifera su palabra 
De mentira o verdad, 

Y su ruta va abriéndose la Historia, 
Allí mayor, hacia el futuro ignoto, 
Que aguardan la esperanza, la conciencia 
De tantas, tantas vidas.

Clamor - A la altura de las circunstancias (1963)



ARS VIVIENDI

Presentes sucesiones de difuntos

QUEVEDO

Pasa el tiempo y suspiro porque paso, 
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta, 
y no con el reloj, su marcha lenta 
—nunca es la mía— bajo el cielo raso. 

Calculo, sé, suspiro —no soy caso 
de excepción— y a esta altura, los setenta, 
mi afán del día no se desalienta, 
a pesar de ser frágil lo que amaso. 

Ay, Dios mío, me sé mortal de veras. 
Pero mortalidad no es el instante 
que al fin me privará de mi corriente. 


Estas horas no son las postrimeras, 
y mientras haya vida por delante, 
serás mis sucesiones de viviente.

Clamor (1960) Que van a dar a la mar 





FUERA DEL MUNDO 



Cuanto nosotros somos y tenemos 
Forma un curso que va a su desenlace: 
La pérdida total. 

No es un fracaso. 
Es el término justo de una Historia, 
Historia sabiamente organizada. 

Si naces, morirás. ¿De qué te quejas? 
Sean los dioses, ellos, inmortales. 


Natural que, por fin, decline y me consuma. 
Haya muerte serena entre los míos. 
Algún día —¿tal vez penosamente?— 
Me moriré, tranquilo, sosegado. 

No me despertaré por la mañana 
Ni por la tarde. ¿Nunca? 
¿Monstruo sin cuerpo yo? 

Se cumpla el orden. 
No te entristezca el muerto solitario. 

En esa soledad no está, no existe. 
Nadie en los cementerios. 
¡Qué solas se quedan las tumbas!

Final (1981)


INFERNO

Ma tu perché ritorni a tanta noia?
Dice Virgilio a Dante, "Inferno", I, 76.

Los destructores siempre van delante, 
Cada día con más poder y saña, 
Sin enemigo ya que los espante. 

Triunfa el secuestro con olor de hazaña, 
Que pone en haz la hez del bicho humano. 

Ni el más iluso al fin la historia engaña. 
El infierno al alcance de la mano.

Final (1981)